miércoles, 9 de mayo de 2012

HASTA QUE LA MUERTE LOS SEPARE




Guadalupe Sánchez, Luz Patricia Ortega y Luis Morales.















Velia Sánchez y los papás de la novia.








Por MARIO HERNÁNDEZ JAIME

Luz Patricia Ortega, Los novios y Guadalupe Sánchez 


Prometiendo amor, mucho amor.

La entrega de los anillos, para los desposados, practicamente amarraban a la feliz pareja






La entrega de arras significa que José Paulino tiene que apoquinar con el gasto.
Y sí fue el día más feliz para Paulino y Lupita, que ahora es:
Lupita de Ortega, que antes era María de Guadalupe Rodríguez Hernández, ya que después del acto civil y de los hombres (matrimonio por lo civil) y ahora por la Iglesia Apostólica y Romana, ahora si se dieron el "sí" oficialmente ante el que todo lo puede y ante el que prometieron amarse para toda la vida, por ello nuestra principal protagonista, lleva ahora el apellido, de  Ortega.


Amarrados hasta que la muerte los separe. 

José Paulino Ortega, ya esperaba nerviosamente a su futura conyuge en la afueras de la catedral de Apizaco Tlaxcala, dedicada a la "Virgen de la Misericordia", (bello recinto de esa entidad de Tlaxcala), lugar que escogieron los ahora esposos para la realización y culminación de su amor religioso.

Tomando el cuerpo de Cristo.

El párroco de la iglesía en punto de las 16: 00 horas del día 5 de mayo de este año 2012, salió a recibir a los futuros desposados en la entrada de la catedral, donde también tomaron su lugar los padres de ambos contrayentes: señores Juan Rodríguez Lima y la señora María Luz Guadalupe Hernández, por parte de la novia y la señora; Luz Patricia Ortega Sánchez y la abuelita Guadalupe Sánchez Flores, por parte del novio, quienes felices lo participaban ante el señor Dios y Hombre verdadero.

Georgina y Gabriela Ortega.
Obviamente les siguieron los familiares más directos como fueron las madrinas y hermanas de los conyugues, señoritas Gabriela y Georgina  Ortega, quienes además de ser de las principales organizadoras del enlace matrimonial, también fungieron como madrinas de anillos. Obviamente sin olvidar a los padrinos de velación; Velia Sánchez de Morales y Luis Morales Hernández, quienes con su aceptación para ser padrinos, les otorgaron el ejemplo puro y viable de como conducirse en la vida, por lo que desde el principio ya ganaron los desposados, en la cuestión de buenos ejemplos.

Firmando el acta de matrimonio
También participó como madrina Faviola Rodríguez Hernández, amén de los padrinos de lazo;
Andrés Rodríguez y Eva de Rodríguez y prácticamente ahí dio comienzo este acto del enlace de Pau y Lupita, para después llegar a la entrega de anillos, arras, y la sagrada comunión, para que finalmente se les declarara legítimos esposos.

Paso a pasito se logró
Paty Ortega, los novios y Guadalupe Sánchez.
Y si se logró, eres la novia más bella, tienes el ramo perfecto, cada detalle estuvo cuidado, todo resuelto, la caminata hacia el altar con una sonrisa insuperable, y al lado el hombre de tu vida. José Paulino Ortega, quien recordó lo qué significa realmente el matrimonio por la iglesia y sonrió al pensar, que es la alianza matrimonial por la que un hombre y una mujer constituyen entre sí un consorcio de toda la vida, ordenado por su misma naturaleza al bien de los esposos y a la generación y educación de los hijos que fue elevada por nuestro Salvador Jesucristo a la dignidad de Sacramento entre los bautizados.
Los novios y papás de Lupita

También Lupita se puso a pensar que el matrimonio no es un simple contrato, como la compraventa de una casa o de un coche, sino una alianza de personas, con mayor razón lo que está enraizado en la naturaleza humana y que está ligado al amor y responsabilidad de los contrayentes, y elevado a sacramento por Cristo en su Iglesia y ello la hizo razonar cuando escucho:
Samanta, no se cambia por nadie.
"Yo José Paulino, te acepto a tí como esposo para amarte y bendecirte hasta que la muerte nos separe, para que pueda decirte día con día, año con año; te amo, palabras que "condenaban" a vivir a María Guadalupe Rodríguez Hernández, a ser la compañera de toda la vida de José Paulino Ortega hasta que la Muerte los separe.

El beso de amor que será eterno
Como siempre sucede los señores fotógrafos imprimeron sus gráficas a la feliz pareja, quienes también inmortalizarían esos agradables momentos con sus familiares, padrinos y gente que mucho tuvieron que ver como testigos de este acto litúrgico de casamiento, entre dos seres que se aman.   
El primer vals.


A la salida ya los esperaba todo el contingente para bañarlos materialmente con arroz y flores, esperando que los novios se fundieran en un beso de amor sincero para dar por terminada esta sagrada liturgia, esperando Que Dios Bendiga esta unión hasta el fin de sus días.

Un brindis inolvidable-

Posteriormente la comida y el bailongo fue en el auditorio Emilio Sánchez Piedras, de esa bella entidad de Apizaco Tlaxcala, a donde prometemos volver cuando les toque este agradable convivio matrimonial a algunas de las damitas, Ortega.

A la víbora, víbora de la mar.
Logicamente que todo salió tan magnificamente, que la clásica entrega del ramo a las futuras casamenteras y la corbata a los caballeros, cayó en blandito y ojalá que los que tuvieron la suerte de capturar esos preciados objetos, les de fortuna y sean los futuros contrayentes, así como también fue muy festejado el clásico brindis, para después de beber la champañita lanzen hacia atras las copas que simboliza, que dejan atrás la otra vida, para empezar otra nueva a partir de la boda, o sea, que de allí en adelante...    

Realmente rico pastel.
No queda más que agradecer a: Georgina y Gabriela  Ortega, Alejandro, Luis Ortega y Javier Islas, la ayuda recibida para la feliz culminación de esta boda, pues sin el celo que le pusieron en la organización, dificilmente hubiera terminado tan exitosamente este enlace matrimonial de su querido hermano.
Toda la familia se congrego en la ex-casa de la novia, para constatar la apertura de los regalos.

Por lo pronto:
Vivan felices y sin rencores, queriendo cada día más al ser humano, porque somos a imágen y semejanza a Dios Nuestro Señor.